miércoles, 20 de agosto de 2014

5 PERSONAS HHISTORICAS QUE VENDIERON SU ALMA AL DIABLO

1.- SAN TEÓFILO DE ADANA.


San Teófilo el Penitente, o Teófilo de Adana, era un clérigo en la Iglesia del siglo VI de quien se dice que hizo un pacto con el diablo para ganar una posición eclesiástica.
Su historia es significativa, ya que es la más antigua historia de un pacto con el diablo. Teófilo fue el archidiácono de Adana, Cilicia, que forma parte de la Turquía moderna. Fue elegido por unanimidad para ser obispo, pero tomó la posición inferior por humildad así que otro hombre fue elegido en su lugar.
El nuevo obispo privó injustamente a Teófilo de su cargo arcediano, Teófilo se arrepintió de su humildad y buscó a un asistente para que lo ayudara a ponerse en contacto con Satanás, a cambio de su ayuda, Satanás solicitó que Teófilo renunciara a Cristo y la Virgen María en un contrato firmado con su propia sangre. Teófilo cumplió, y el diablo le dio el cargo de obispo.
Años más tarde, temiendo por su alma, Teófilo se arrepintió y rezó a la Virgen por perdón, después de cuarenta días de ayuno, la Virgen se le apareció y verbalmente lo reprendió. Teófilo pidió perdón y María prometió interceder por él ante Dios. De nuevo hizo un ayuno de más de treinta días y ahí María se le apareció de nuevo y le concedió la absolución.


2.-ERZSÉBET BATHORY: LA CONDESA SANGRIENTA


El caso de este personaje resulta verdaderamente interesante para la historia del crimen en serie, partiendo en un principio del hecho que sea una de las pocas mujeres que haya asesinado de una manera tan cruel... a cerca de 650 niñas.
Además de una perversión sádica y sexual, la Condesa Elizabeth Báthory sentía especial atracción por la sangre, y no sólo se contentaba de beberla, como es habitual en los llamados asesinos vampíricos, sino que se bañaba en ella con el fin de impedir que su piel envejeciese al paso de los años.
Cuando sólo contaba con 15 años se casa con un noble, el conde Nadasdy, gran guerrero conocido como "El Héroe Negro", y se van a vivir en un solitario castillo en los Cárpatos.
El conde no tarda en ser reclamado en una batalla, por lo que se ve obligado a dejar sola a Elizabeth por un tiempo.
Al cabo de muchos momentos en espera de su marido, ésta se aburre por el continuo aislamiento al que estaba sometida, y se fuga para mantener una relación con un joven noble al que las gentes del lugar denominaban "el vampiro" por su extraño aspecto. En breve regresa de nuevo al castillo y empieza a mantener relaciones lésbicas con dos de sus doncellas.
Desde ese momento, y para distraerse de las largas ausencias de su marido, comienza a interesarse sobremanera por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos, hechiceros y alquimistas.
A medida que pasaban los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando, y preocupada por su aspecto físico pide consejo a la vieja nodriza. Ésta, le indica que el poder de la sangre y los sacrificios humanos daban muy buenos resultados en los hechizos de magia negra, y le aconseja que si se bañaba con sangre de doncella, podría conservar su belleza indefinidamente...

En esa época, la Condesa tubo su primer hijo, al que siguieron tres más, y si bien su papel maternal le absorbía la mayor parte del tiempo, en el fondo de su mente seguían resonando las palabras tentadoras de la nodriza: "belleza eterna". Al principio intentó alejarlas de sí, posiblemente no por falta de deseo o valor, sino por temor a las consecuencias de cara a la aristocracia, pero años más tarde cuando su marido fallece no tarda en probar los placeres sugeridos por la bruja.

Al poco tiempo moriría su primera víctima: una joven sirvienta estaba peinando a la Condesa, cuando accidentalmente le dio un tirón. Ésta, en un ataque de ira le propinó tal bofetada que la sangre de la doncella salpicó su mano. Al mirar la mano manchada de sangre, creyó ver que parecía más suave y blanca que el resto de la piel, llegando a la conclusión que su vieja nodriza estaba en lo cierto y que la sangre rejuvenecía los tejidos. Con la certeza de que podría recuperar la belleza de su juventud y conservarla a pesar de sus casi cuarenta años, mandó que cortasen las venas de la aterrorizada sirvienta y que metiesen su sangre en una bañera para que pudiera bañarse en ella.
En algunas ocasiones, las víctimas que le parecían más sanas de mejor aspecto eran encerradas durante años en los sótanos para ir extrayendo pequeñas cantidades de sangre mediante incisiones afín que la dueña del castillo pudiera bebérsela.
Por otro lado, las calaveras y los huesos eran también aprovechados por los hechiceros del castillo, convencidos que sólo un sacrificio humano podía dar buenos resultados para realizar sus experimentos alquímicos.
Durante once años, los campesinos aterrados veían el carruaje negro con el emblema de la Condesa Báthory rastrear el pueblo en busca de jóvenes, que desaparecían misteriosamente dentro del castillo y que nunca volvían a salir.
Los cuerpos sin vida eran sepultados en las inmediaciones del castillo, hasta que finalmente, sea por pereza o descuido, tan sólo los arrojaban al campo para que las alimañas acabasen con ellos.
Báthory, aún contando con el privilegio de pertenecer a la nobleza y ser amiga personal del rey Húngaro, fue condenada por éste mismo a una muerta lenta: la emparedaron en el dormitorio de su castillo, dejándole una pequeña ranura por la cual le daban algunos desperdicios como comida y un poco de agua. Murió a los cuatro años de permanecer en esa tumba, sin intentar comunicarse con nadie ni pronunciar la mínima palabra. Fue una especie de suicidio, de repente dejó de tocar alimento alguno y fallece en 1614 cuando contaba con 54 años.


3.- ROBERT JOHNSON.

Robert Johnson fue un gran músico estadounidense de Blues, actualmente ubicado en el lugar 5 de 100 en la lista de Rolling Stones de los más grandes guitarristas de todos los tiempos.
Cuenta la leyenda que él quería ser una leyenda de la guitarra así que hizo un pacto con el diablo, quien afinó su guitarra, dándole a Robert dominio sobre el instrumento. Johnson hizo poco para disipar los rumores, incluso los alentaba, y jamás negó que hizo un trato con el príncipe de las tinieblas, hasta el día de su muerte a los 27 años.
La muerte de Johnson también es motivo de controversia ya que hay muchos rumores debido a que su cuerpo y su tumba jamás fueron encontrados.

4.- GIUSEPPE TARTINI.


Tartini fue un compositor y violinista italiano que escribió más de 400 obras, a diferencia de la mayoría de sus contemporáneos no volvió a escribir música de iglesia o de óperas, se concentró la mayor parte de su trabajo en conciertos para violín y sonatas. Su obra más famosa se llama El Trino del Diablo. La historia detrás de “Trino del Diablo” comienza con un sueño.

Tartini dijo que soñó que el diablo se le apareció, Tartini entregó al diablo su violín para poner a prueba su habilidad, el diablo de inmediato comenzó a tocar con un virtuosismo tal que Tartini sintió que le quitaba el aliento. Cuando el compositor se despertó de inmediato anotó la sonata, tratando desesperadamente de recuperar lo que había oído en el sueño.

A pesar de que la sonata tuvo mucho éxito, Tartini siempre se lamentó de que la pieza estaba aún lejos de lo que había oído en su sueño. Lo que él había escrito era, según sus propias palabras: “tan inferior a lo que había oído, que si yo hubiera podido subsistir de otra manera, habría roto el violín y abandonaría la música para siempre.”

5.- PADRE URBAIN GRANDIER.



El padre Urbain Grandier fue un sacerdote francés que fue quemado en la hoguera tras ser declarado culpable de brujería.

Ignorando su voto de celibato tuvo relaciones sexuales con varias mujeres y poco a poco fue obteniendo la reputación de ser un mujeriego, hasta que en 1632, un grupo de monjas del convento de las ursulinas locales lo acusaron de haberlas embrujado.

En su juicio, los jueces después de torturar al sacerdote, presentaron documentos supuestamente firmados por Grandier y varios demonios como prueba de que él había hecho un pacto diabólico. Fueron escritos hacia atrás en Latín e incluso incluye la firma del mismo Satanás.

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